Perfiles Urbanos
Exclusivo de NOVA

Patricia Podoroska, austera desde la cuna y con un espíritu laburante, rebelde y resiliente

"Tengo una frase de cabecera: quien habla a mis espaldas es porque va detrás mío, y ni siquiera me molesto en darme vuelta".
Sus abuelos maternos llenos de sangre ucraniana y espíritu de lucha.
Con su compañero José en Bariloche.
Sus tres hijas junto a la nieta más grande, Anna.
Una bebé Pato, con la misma sonrisa que la caracteriza hoy.

Patricia Podoroska hoy reside en Villa Parque Siquiman, una pequeña pero creciente comuna en el Valle de Punilla cordobés.

Con ese entorno natural y tranquilo colindante al dique San Roque vive junto a su compañero José y sus hijos peludos, que ama con especial devoción.

La protagonista de esta historia de vida representativa de millones de argentinos y cordobeses resumió las enseñanzas de su madre con una amable y representativa frase vincular: "Ella decía, bueno, cuando te solidarizas con alguien, aunque no sea de esa persona a la que ayudaste, será de otra la devolución, pero vuelve".

Madura y plantada con solidez ante la vida, Pato, como la conocen sus vecinos, agregó como quien va mirando por el espejo retrovisor de la vida: "Aprendo todos los días que el otro es eso, un otro; siempre que no chupe mis energías, es digno de ayudar. Para llevar eso a la práctica, estoy haciendo terapia cada 15 días y voy a biodanza", afirmó entre risas.

Luego profundizó: "Teresa, mi madre, murió muy joven, a los 66 años, y disfrutó poco. A pesar de tener una vida dura, siempre fue muy solidaria, y aprendí eso de ella".

Nacida en Canals, una localidad al sur del interior provincial cercana a Río Cuarto, la protagonista de este Perfil Urbano Nova expresó cómo recuerda su infancia: "La vivencia más marcada y dura es que mi padre me arrodillaba sobre maíz con 9 años, a la vez que me pegaba con el cinto, ya que había descubierto lo que le hacía a mamá: maltratos en general".

Y comentó, fiel a su espíritu sin filtro: "A los 17 años fui madre, me casé y me mudé a Venado Tuerto; al tiempo volví a casa y nuevamente sufrí maltrato y machismo. Fui madre por ignorancia sexual, pero hoy soy quien agradece a la experiencia de existir por todos los quilombos vividos desde que me parieron y el espíritu de resiliencia que tengo".

Hija de una generación donde los niños hablaban poco y las miradas sobraban para dejar a los adultos solos, quien reside en Villa Parque Siquiman decidió dar vuelta la página de su vida y hablar de su inagotable y larga experiencia laboral.

"Fui empleada municipal del pueblo 20 años, entre los que trabajé 5 años en el Paicor, luego en residencias geriátricas, biblioteca y hasta cobrándole a esos clientes duros de soltar un billete, y en todo ese tiempo pude lograr tener la ansiada casa propia".

Luego agregó: "Hice de todo, también fui costurera, trabajé en repostería y mucho más; menos robar, lo que quieran imaginar".

Los desafíos superados que forjan la fortaleza de los seres humanos como Pato siempre vuelven al diálogo cuando el único dueño de su propia vida tiene coraje. "Yo no entendía cómo no podían ver la realidad en la que vivíamos y se callaban la boca; yo los llamaba cajones", explicó, hablando sobre el abuso y la sumisión de su infancia que fue parte de la familia y el sufrimiento de su madre, como a muchas otras mujeres hoy también les sigue sucediendo.

Con total transparencia y franqueza, Patricia comentó: "De niña nos criaron con lo justo y necesario, muchas veces ayudados por mis tíos maternos. Mamá fue hija única mujer y la del medio entre 5 hermanos varones, y con mi hermana recibimos nuestra primera muñeca a los 7 años, que fue un regalo de una vecina para nuestra comunión, que la hicimos juntas y de guardapolvo".

Su familia está compuesta por: su madre, Teresa Podoroska; su papá, Ángel Becher; 5 hermanos, incluida Elena (fallecida al nacer), Silvia Elena, Patricia Mónica, Ángel Oscar y José Francisco, nacidos en ese orden.

Con su abuela materna tuvo poca comunicación por las costumbres de la época, pero la siente, según su testimonio, como una referente de su espíritu laburante y fortaleza. Se llamaba Francisca.

Continuando con su relato, Patricia expresó: "La vida es un regalo prestado con fecha de vencimiento que muchas veces no sabemos aprovechar porque renegamos de lo que no tenemos y no nos detenemos a valorar lo que sí tenemos".

Acercándonos al final de esta apasionante historia de vida y transformación, fluye la sinceridad y transparencia: "Siempre creí en lo espiritual, solo que la vida que elegí no me daba tregua; había que sobrevivir y alimentar los retoños traídos al mundo, mis hijas, de las cuales casi fui madre y padre a la vez, y entonces me convertí en resiliente. Hoy, en otra etapa y con la creencia y tranquilidad de haber criado, busco más la espiritualidad".

Luego agregó, demostrando que quien nada esconde siempre duerme tranquilo: "Tengo una frase de cabecera: quien habla a mis espaldas es porque va detrás mío, y ni siquiera me molesto en darme vuelta".

Antes de terminar el Perfil Urbano Nova, que ya es un clásico de los domingos, Patricia Podoroska cerró, con su cuota única de humor: "Desde el año 2013 conozco a José, mi actual compañero; después de muchas corridas y, más allá de tiros, trompadas y escupidas, seguimos compartiendo el mismo camino".

Las líneas que ahora son públicas reflejan la historia de una verdadera trabajadora y resiliente que logró ser coherente para experimentar este paso humano con total autenticidad y la plenitud que solo se siente cuando se vive al máximo.

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